Alejandro Magno

Alejandro Magno

Hijo de Filipo II, rey de Macedonia (Macedonia, 356 - 323 a. C.), desde temprana edad fue destinado por sus padres a la misión de unificar los Estados griegos bajo la jefatura de Macedonia y a conquistar después los territorios vecinos. Con veinte años de edad accede al trono y comenzó castigando a los responsables de la muerte de su padre. En sus treinta y tres años consiguió conquistar el mayor Imperio alcanzado hasta ese momento, llegando a las tierras del subcontinente indio y dominando la mayor parte del continente asiático. Luego al mando de su ejército se dirigió al Oriente, y conquistó un vasto imperio.

Para doblegar la rebelión de algunas ciudades griegas mandó destruir de forma ejemplar Tebas (336). Después de someter a los pueblos bárbaros del Norte de Macedonia, encomendó el gobierno de su reino y emprendió la conquista del Imperio persa. Liberó las ciudades griegas costeras de Asia Menor. Venció en otra batalla decisiva, al ejército de Darío III. En el curso de su campaña se apoderó de Tiro, Gaza y Jerusalén, y entró en Egipto, donde fundó Alejandría.

En 331 a.J.C. se adentró en Persia y, después de infligir una nueva derrota a Darío, tomó posesión de Babilonia, y otras ciudades persas A la entrada en la capital aqueménida, Persépolis, y el asesinato de Darío III pusieron fin a la conquista, realizada en poco más de tres años con la ayuda del gran cuerpo militar que él había perfeccionado. La adopción por su parte del ceremonial y las concepciones persas, que incluían la divinización del monarca y que se contradecían con los principios de la democracia griega, llevaron a la sublevación de sus generales, a lo que él respondió con la ejecución de algunos de sus colaboradores más fieles: Parmenión y su hijo Filotas, el íntimo amigo de Alejandro, Clito, y el historiador oficial de la expedición alejandrina, Clístenes.

Entre 327 a.J.C. y 326 a.J.C., penetró en el valle del río Indo, pero hubo de detenerse ante la negativa de sus tropas a seguirle. Se había casado con Estatira, hija de Darío, y fijado su corte en Babilonia. Murió a los 33 años. Su inmenso imperio no tardó en desmembrarse tras las continuas guerras civiles que se entablaron entre sus generales y sus sucesores políticos y militares, fundadores de las monarquías helenísticas. Tendió el puente de intercambios culturales entre Oriente y Grecia y posibilitó el nacimiento del mundo helenístico, sin el cual no habría sido posible el Imperio romano.